jueves, 27 de diciembre de 2018

2018, Año de los viajes.



Este año que finaliza ha sido con seguridad el año que más viajes he realizado. Comenzamos en Enero, viajamos con Analía a Villa Constitución a pasar unos días en una quinta y a visitar parientes, 3100 km ida y vuelta. Luego, en el mismo mes de Enero viajamos a El Calafate, otros 3000 km en total.

Ya en Febrero junto con Edgardo y Esteban fuimos en moto a Mendoza para asistir al encuentro de los falconeros mendocinos, un total de 3000 km ida y vuelta.

En el mes de Abril con Analía viajamos a Europa, para lo cual entre ida y regreso hicimos otros 3000 km en auto hasta Rosario y luego volamos a Madrid y desde allí recorrimos ciudades importantes de España, Francia, Mónaco, Italia, Suiza e Inglaterra.



En Julio viaje en solitario y con mi moto hasta Apóstoles Misiones al cumpleaños número 60 de mi hermano. 5000 km entre ida y regreso.

Realicé otros viajes con la moto que si ser tan largos sumaron kilómetros. Las grutas 500 km, Choele Choel 800 km, Dique Ameghino 300 km.

En el país y por tierra casi 18.000 km de los cuales la mitad han sido en moto. En total fueron 42.000 km, más de una vuelta al mundo por el ecuador, no está mal pero pudieron haber sido más 😏


viernes, 21 de diciembre de 2018

Choele Choel 2018

A mediados de Noviembre Esteban y yo nos hicimos un viajecito hasta Choele Choel para asistir al encuentro de motos organizado por la agrupación "ruidos extraños". Es un lindo encuentro anual que inicia el día Jueves con una cena de bienvenida consistente en perniles de ternera y jabalí que se acompañan con buenos vinos y que además es amenizada con música en vivo.

Disfrutamos del viaje y de la estadía, como es costumbre se comparte mesa y también charlas y se conocen buenas personas, de todos los encuentros es el que más nos gusta y tal vez sea el único al que nos interese volver.

El Domingo emprendimos el regreso que transcurrió normal hasta que arribamos a San Antonio Oeste, allí mi moto tuvo un fallo eléctrico y ya no fue posible ponerla en marcha, tuve que hacer los últimos 250 km a bordo de un vehículo de auxilio.


Camino a Choele por las infinitas rutas patagónicas.



Esperando el pernil en la cena del Jueves.



El pernil !




Quien quiera saber cómo era una reunión de esas que los vikingos hacían en su gran salón, debe venir aquí ;)

sábado, 15 de diciembre de 2018

Inmensamente orgulloso.


Nuestra querida Any ha sido elegida abanderada de su escuela para el año 2019. Una personita increíble que nos llena de orgullo y felicidad siempre.

martes, 27 de noviembre de 2018



Veo el transcurrir sereno de este río,
entre piedras redondas y arboles umbríos
tal como veo el otoño de mi vida
deslizarse despacio en su deriva
hacia las aguas eternas del olvido.

martes, 30 de octubre de 2018

Motoencuentro en Las Grutas.

Los motoencuentros son reuniones de gente que ama las motos, ellas son un ámbito propicio para compartir anécdotas, relatos de viajes, proyectos, vivencias etc, todo relacionado con la pasión que une a todos, el motociclismo junto con esa otra pasión nacional, el asado.

En este mes de Octubre fuimos Esteban y yo al motoencuentro en Las Grutas, Río Negro pero esta vez no alquilamos departamento sino que llevamos nuestras carpas. Acampar en el mismo lugar tiene ventajas y desventajas que no detallaré aquí más allá de decir que con el tiempo la espalda se queja de tener que dormir en el piso :)

Igualmente, lo que más disfrutamos es el viaje, el montar nuestras motos en esos largos y desiertos caminos patagónicos, compartir la ruta y las charlas en los descansos.



lunes, 24 de septiembre de 2018

Dique Ameghino.

Salida de primavera.

Este año 2018 el equinoccio de primavera para el hemisferio sur tuvo lugar el día 22 de Septiembre. Como correspondía con un día sábado fue una buena oportunidad para festejar el hecho con una salida con nuestras motos. Edgardo no podía viajar por cuestiones del trabajo de modo que fuimos de la partida Esteban y yo. Elegimos la villa Dique Ameghino distante unos 180 km de Puerto Madryn por ser un lugar tranquilo y muy hermoso.

Partimos al mediodía del sábado y luego de un poco más de dos horas de disfrutar las rutas y las motos llegamos a destino. La villa estaba desierta, muy pocas personas y ningún visitante salvo nosotros, es que el clima estaba bastante feo, nublado y con algunas lluvias intermitentes. Nos alojamos en una modesta pero confortable cabaña en el camping "Valle Verde" en el que también éramos los únicos visitantes. Luego de instalarnos salimos a dar una recorrida por el pueblito y por las orillas del Río Chubut para luego ir a comprar algo de cena. Tampoco fue fácil conseguir comida, casi todos los negocios estaban cerrados y el único que encontramos abierto no tenía demasiadas opciones que ofrecer, terminamos comprando algunos chorizos, unas morcillas, pan y queso además de un poco de vino.

El tiempo seguía feo así que a las 6 de la tarde preparamos una picadita de fiambre (no habíamos almorzado ni merendado) y nos sentamos a disfrutar de nuestras habituales charlas que normalmente van del esoterismo a la física cuántica pasando por la historia y la astronomía. Arreglando y desarreglando el mundo y el universo mientras se degusta algún vino tinto el tiempo pasa volando. Asamos los chorizos y las morcillas pero el primero no tenía reservada una sorpresa, no eran de vaca ni mucho menos de cerdo, era una carne de sabor fuerte que al final identificamos como carne de capón, no pudimos comerlos.

Dimos cuenta del fiambre que quedaba y de las morcillas que estaban buenas mientras hablábamos de motos y futuros viajes. A las 2 am cerramos la jornada y nos fuimos a descansar.

El domingo nos levantamos a las 9:00, seguía nublado y con un poco de lluvia. Desayunamos, armamos las motos y a las 10:00 partimos de regreso, una lluvia muy suave nos acompañó hasta la salida de la villa, ya en la ruta 3 encontramos un día que si bien nublado estaba muy lindo para viajar. Nuevamente a disfrutar del camino y de las motos, dimos una vuelta por Gaiman y desde allí directo a casa. 

Para cerrar el fin de semana mi querida esposa me esperaba con una torta recién horneada la que degustamos con unos exquisitos mates amargos.

Ha sido sin dudas un estupendo fin de semana.







jueves, 20 de septiembre de 2018

Equinoccio

Estamos a pocas horas del inicio del equinoccio de primavera en el hemisferio sur. Para nosotros, habitantes de la patagonia, significa más horas de luz, días más templados y más posibilidades de disfrutar de las actividades al aire libre. Para dar la bienvenida a esta nueva estación tomé mi moto y salí a recorrer los alrededores de mi ciudad, a pesar de que estaba nublado y un poco fresco, el aire ya traía la promesa de hermosos días.

jueves, 12 de julio de 2018

Puerto Madryn - Misiones en moto.


Viaje en Moto a Apóstoles Misiones, Julio de 2018.

En solitario con mi  Kawasaki KLR 650 2017.

INTRO:

Tenía ganas de hacer este viaje y hacerlo en solitario. Viajar solo es una experiencia completamente diferente a hacerlo en grupo, se tiene más libertad de acción ya que no hay que consensuar nada y en contrapartida no hay con quien consultar nada, las dudas y sus respuestas son exclusivamente nuestras. Se conversa mucho con uno mismo, se piensa y se analiza constantemente. El viaje en compañía de otros moteros es sin dudas más divertido, más entretenido y en cierta forma más seguro pues siempre tendremos quien nos dé una mano si pasa algo en la ruta. Por el contrario el viajar solo nos hace confiar más en nosotros mismos y en nuestras capacidades, nos hace más atentos y más cuidadosos. Creo en definitiva que el rodar solos es una forma de crecer como moteros.
Al menos es lo que a mí me ha pasado.

IDA

Desde Puerto Madryn a Apóstoles Misiones hay 2500 km por la ruta  que había escogido. Planifiqué etapas de 500 a 700 kilómetros por día considerando que es invierno y que salir antes de las 9:00 o rodar después de las 18:00 significaría tener que soportar mucho frío. Serían cuatro etapas de ida subiendo por Córdoba y Norte de Santa Fe hasta Resistencia para luego cruzar a Corrientes y de allí hasta Misiones.

La moto y todo el equipo estaban preparados desde un par de días antes de la partida de modo que el día 26 de Junio a las 9:00 puse en marcha mi KLR y partí. Primer destino Padre Buodo, una pequeña localidad sobre la ruta 35 unos pocos kilómetros al sur de Santa Rosa La Pampa. Los 700 km de la etapa transcurrieron sin contratiempos hasta 150 kilómetros antes de la llegada que fue cuando una lluvia leve se hizo presente y me acompañó hasta Buodo. Comprobé allí que mis botas no eran impermeables, se me mojó la izquierda y se me inundó la derecha.

Llegué a las 17:00, me alojé en el parador vecino a la YPF que por $500 me ofreció una habitación espartana pero decente, con buena calefacción y ducha bien caliente. Puse a secar medias y botas y luego de descansar un poco fui por la cena, el mismo parador me ofreció por poco más de $200 un plato de pastas con carne y una gaseosa.

Al día siguiente luego de desayunar revisé la moto, lubriqué la cadena y partí alrededor de las 9:00 bajo un cielo nublado con destino a Villa María en Córdoba. Sin nada que destacar fueron pasando las localidades de Castex, Vicuña Mc Kenna, Río Cuarto y otros. Al fin de la tarde llegué a Villa María, por referencias busqué el “Gran Hotel Colón” ubicado en el centro de la localidad. Apenas ingresé imaginé que no sería de lo más confortable pero estaba cansado y no quería seguir dando vueltas en la moto buscando otros alojamientos. Las instalaciones estaban muy deterioradas, todo muy precario, una de las canillas del baño estaba atada con alambre, la pintura y revoque se veían descascarados, el calefactor no encendía, afortunadamente no fue una noche fría. Al menos la moto estaba bajo techo y el agua de la ducha era bien caliente. Me bañé fui a comer una hamburguesa y a caminar un poco por la peatonal y luego a dormir. A las tres de la mañana me despertó una conversación en voz alta que venía de alguno de los cuartos vecinos, un hombre hablaba y parecía hacer negocios por teléfono, además se oía una voz femenina que cada tanto terciaba en la conversación (qué negocios se pueden hacer a las tres de la mañana !? ). Todo esto duró como hasta las 5, luego pude dormir otro rato. A las 8:00 bajé, desayuné preparé la moto para partir prometiéndome no volver a ese hotel y diciéndome a mí mismo “Alojamiento y desayuno por $400, ¿¡Qué esperabas!?”.

El 28 de Junio alrededor de las 9:00 salí de Villa María, en esta etapa debía alcanzar Reconquista, el día seguía nublado y húmedo. Al poco de andar vi a lo lejos una mancha gris como de humo que cruzaba la ruta, al aproximarme confirmé que no se trataba de humo sino de niebla que se fue haciendo más y más espesa obligándome a reducir la velocidad y a poner todos los sentidos en alerta, la niebla representa un peligro tanto por lo que hay al frente como por lo que viene detrás, en esas zonas de campo es frecuente encontrar vehículos con poca o ninguna luz que circulan muy lentos y a los cuales en esas condiciones sólo se verá cuando ya es tarde para maniobrar o frenar y por otra parte no son pocos los conductores que van en la niebla como si condujeran en el más soleado de los días, son el peligro que viene por detrás ya que si vamos despacio también ellos te verán demasiado tarde. Por un tiempo que se me hizo demasiado largo fui buscando un lugar adecuado para dejar la ruta y esperar que mejoren las condiciones. Llegué hasta la localidad de Las Varillas y me detuve en la YPF, allí me encontré con otro motero que viajaba en sentido contrario y que se había detenido por el mismo motivo que yo. Tomamos café y charlamos durante casi dos horas y luego seguimos camino, la niebla continuaba pero ya se podía ver a una distancia segura. Pasé por San Francisco, continué hasta Freyre y desde allí tomé la RP70 hacia el este rumbo a la localidad de Esperanza para luego tomar la RN11 hacia el norte.

Al atardecer llegué a Reconquista, me alojé en el hotel San Martín, cómodo, limpio, ordenado y prolijo con gente muy atenta que me brindó muy buena atención. $700 la noche con desayuno, un buen precio para la calidad ofrecida. Luego de cenar y caminar un poco fui a descansar.

Al día siguiente desperté temprano y escuché el sonido que menos me gusta escuchar al inicio de una etapa, lluvia! Otra vez lluvia! Desayuné, armé los bártulos bajo la lluvia y arranqué la etapa bajo un cielo gris que preanunciaba nuevas inundaciones de mi bota derecha. Afortunadamente no hacía mucho frío y luego de unos cien y pico de kilómetros la lluvia cesó y fui ganando kilómetros en un tránsito bastante cargado de camiones y demorado por obras en las rutas que nos hacían esperar cada tanto. Llegué a la ciudad de Resistencia donde las motitos que andan a su aire y gusto sin respetar absolutamente nada me dieron más de un sobresalto. Reabastecí combustible y partí en busca del puente que une las ciudades de Resistencia y Corrientes por sobre el río Paraná, el cruce fue rápido no así el tránsito a través de la capital correntina, muchos camiones, muchos semáforos y demasiado tiempo invertido en salir de la zona urbana para tomar la ruta nuevamente.

La ruta 12 estaba en muy buenas condiciones, con poco tráfico de modo que tuve una conducción relajada por unos cuantos kilómetros. Entré a la localidad de Itatí para visitar el santuario de la virgen y cumplir una promesa, hecho esto y cuando me disponía a continuar viaje se acerca un hombre que me pregunta hacia dónde voy, le digo que hacia apóstoles “tenga cuidado” me dice “Vengo de allá y cerca de Itá Ibaté encontré una tormenta muy fuerte con lluvia intensa y relámpagos” ¡Otra vez la lluvia! Seguí con la esperanza de que fuera un chubasco que ya hubiese pasado para cuando mi moto y yo llegáramos al lugar, no fue así, el encuentro con la tormenta fue inexorable, estaba allí esperándome, pensé “bueno, veremos cómo nos desempeñamos moto y jinete en esta circunstancia” La lluvia se puso intensa, paré para ponerme la chaqueta impermeable y encaramos, los camiones que venían de frente pasaban y me rociaban con “baldazos” de agua, la moto se desempeñaba bien, no tenía ningún comportamiento extraño, de modo que seguimos a buen ritmo ganando kilómetros. Llovía con más intensidad así que en Villa Olivari me detuve en un hotel al costado de la ruta “llegar hoy o mañana no hará demasiada diferencia pensé” pero el hotel estaba completo y tuve que continuar. Veinte kilómetros más adelante me detuve en la entrada a Ituzaingó a cargar combustible, la lluvia parecía estar menguando, quedaban 120 kilómetros para llegar a Apóstoles y aún faltaba para las cinco de la tarde ¿continúo? ¡continúo!. La lluvia ya no era tan intensa cuando tomé la ruta 120 que me dejaría luego de 60 kilómetros en la RN14 a pocos kilómetros de mi destino. Fue el mejor tramo del viaje, el que más disfruté, caía la tarde, el sol trataba de filtrarse entre la capa nubosa y el horizonte pintando las nubes de color gris plomo con vetas amarillo rojizas, marchaba hacia el este desde donde venía ya la oscuridad ganando terreno, el asfalto mojado por la lluvia parecía una cinta brillante de plata que se perdía allá al fondo en la negrura y sobre ella mi moto y yo corríamos por ese paisaje casi irreal, solos. Me puse a cantar, estaba feliz, quería llegar pero no quería que se termine. Llegué a Apóstoles con las últimas luces del día para abrazar a mi hermano a quien había ido a visitar de sorpresa para festejar con él sus sesenta años.

VUELTA:

Ya en Apóstoles y luego de un día de descanso me puse a limpiar la moto luego la revisé a fondo controlé fluidos y repasé tornillos y tuercas, me preocupó un poco la cubierta trasera, había sufrido mucho desgaste lo que me hizo dudar si aguantaría el viaje de regreso. Ni en la localidad ni en las ciudades vecinas había reemplazo de modo que el único plan posible era iniciar el viaje y ver de encontrar algo en el camino.

El 3 de Julio a las 09:00 emprendí el regreso, esta  vez tomaría la ruta 14 que pasa por el este de las provincias de Corrientes y Entre Ríos e ingresa a Buenos Aires por el puente Zárate - Brazo Largo. Hasta Alvear el viaje fue tranquilo, luego comenzó a soplar un viento cruzado bastante fuerte que sumado al frío hizo que la cosa se pusiera un tanto incómoda. En Paso de los Libres paré a tomar un café y a calentarme un poco pues el viento, la humedad y la baja temperatura se hacían sentir, Desde aquí la ruta 14 es una autovía de cuatro carriles por lo que transitar por ella resulta cómodo y relajado, el viento poco a poco fue cediendo y al llegar a Chajarí en Entre Ríos ya no se sentía.

Al final del día llegué a un pueblito llamado Ubajay al sur de Concordia y me alojé en “La Palmera” un lugar limpio, ordenado y cómodo, tomé una larga ducha caliente pues había sido una jornada en la que el frío se hizo sentir. Antes de dormir y como hago en cada etapa revisé la moto y lubriqué la cadena. El desgaste de la cubierta trasera seguía preocupándome por lo que realicé una búsqueda telefónica en Zárate pero no pude conseguir reemplazo.

Al día siguiente me desperté a las siete de la mañana y escuché el odiado sonido de la lluvia cayendo ¡otra vez la lluvia!, demasiada lluvia para un mismo viaje. Muchas opciones no tenía, había que seguir de modo que comencé el ritual de vestirme y preparar la moto y además intenté blindar el cierre de mis botas con cinta industrial (tipo silver tape), sospechaba que por allí ingresaba el agua a pesar de tener por dentro una membrana impermeable.

Seguí rodando hacia el sur, por suerte la lluvia no era fuerte y de a poco fue calmando hasta que sólo quedó un día frío, nublado y gris. En Gualeguanchú paré a repostar y volví a lubricar la cadena, trato de hacerlo cada 200 o 250 km cuando transito con lluvia. Pasé el puente de Zárate luego tomé por Los Cardales, Luján, Jáuregui y desemboqué en la RN5 y desde allí rumbo Oeste, el frío se sentía sobre todo en las manos y los pies pero quería ganar kilómetros así que a fruncir el ceño y a seguir. Paré en 9 de Julio, necesitaba calentarme un poco por dentro con un café y por fuera con la calefacción de salón de YPF, tal vez me quedara allí mismo, estaba cansado. Mientras tomaba café consulté MapsMe (aplicación que recomiendo enfáticamente es precisa y funciona sin conexión a internet), vi que a poco más de 100 km estaba  Pehuajó, podía llegar hasta allí y ganaba algo de tiempo y distancia. Poco antes del atardecer llegué a la posada El Paihuen próxima a la ruta y al monumento a Manuelita. Muy linda, cómoda y agradable $700 la noche y disfruté allí mismo de una cena consistente en carne al horno con ensalada y una gaseosa por $220.

EL 5 de Julio amaneció sin lluvia y con sol! Estaba desorientado, no sabía qué hacer en este tipo de clima ja ja! Luego del desayuno partí rumbo a Río Colorado que sería el final de esta etapa. Fue una jornada tranquila sin nada que destacar salvo el haber vuelto a disfrutar de mis solitarias rutas patagónicas. Alrededor de las 16:00 llegué a Río Colorado y me alojé en el lugar donde lo hago desde hace casi una década, “Departamentos del Colorado” donde siempre soy recibido como si fuera de la familia. Compartimos largo rato de charla y mates con Oscar el propietario y después fui a procurar la cena.

El viernes 6 me levanté temprano, era la última etapa del viaje sólo 500 km me separaban de Puerto Madryn, mi ciudad. Consulté el pronóstico del tiempo que me informó que en Río Colorado llovería a la tarde (no importa, me voy por la mañana); en Puerto Madryn la lluvia sería por la mañana (qué bueno, llego a la tarde) pero en San Antonio Oeste la lluvia se esperaba para el mediodía, justamente a la hora que pasaría por allí! Como la probabilidad de lluvia era del 60% pensé que tal vez la suerte me acompañara y me tocara el 40% de “no lluvia”. Fue una jornada fría pero agradable, pasé por San Antonio sin lluvia y cuando daba las hurras por mi buena fortuna, en General Conesa, adivinen, sí . . llovía! Aunque no fue por mucho tiempo ni tampoco tan intensa. Seguí rodando por rutas bien conocidas, paisajes cotidianos que recorro habitualmente con mi moto, ya estaba en casa. A las 16:30 llegué a mi hogar justo para la hora del mate compartido con mi querida esposa Analía.

Puerto Madryn 10 de Julio de 2018.










domingo, 3 de junio de 2018

Subida al Cristo Redentor de los andes.



El encuentro organizado por Falconeros Mendocinos se ha hecho popular con el transcurso de los años y son muchísimos los motociclistas que se dan cita en la localidad de Uspallata para compartir experiencias con sus pares de todo el país y del extranjero.  La frutilla de este postre es sin lugar a dudas el trayecto desde Uspallata hasta el Cristo Redentor, un monumento de 6 metros de altura que se encuentra en el paso de Uspallata  en la línea de la frontera argentina-chilena a 3854 msnm y que simboliza la paz entre argentinos y chilenos, algo apropiado considerando que a este encuentro asisten mayoritariamente motociclistas de ambos lados de la cordillera. Creo que si la hermandad que pude ver en el encuentro se extendiera al resto de los habitantes la paz entre ambos países jamás estaría en riesgo.

La cita para comenzar el recorrido era para la diez de la mañana del día 11 de Febrero en la estación de servicio YPF.  Un horario de caballeros considerando que la cena de camaradería de la noche anterior se había extendido bastante y que las viandas y libaciones fueron más que abundantes. Llegamos puntuales, cargamos combustible y fuimos a encolumnarnos con el resto para poder iniciar el trayecto. Poco antes del mediodía partió la caravana, una gran cantidad de motos formaban una columna que cubría kilómetros de la ruta, algunas veces me parecía estar observando un camino de hormigas mecánicas serpenteando entre montañas, algo muy lindo de ver y claro de experimentar. Para mí, motociclista novel, significaba vivir una experiencia inigualable que me resulta difícil describir.

Transitamos 84 kilómetros por la ruta 7 rumbo a la frontera argentino-chilena, en ese punto abandonamos el asfalto y accedimos a un camino de ripio que  zigzaguea 8 km  y asciende 700 metros para finalmente alcanzar el Cristo Redentor a los 3854 msnm. Fue un trayecto entretenido matizado con piedras grandes y curvas cerradas. La organización con muy buen criterio había hecho salir a las motos de a una de forma de minimizar los riesgos de algún accidente. Finalmente llegamos y nos reunimos todos allí bajo el cielo azul y en el viento frío para reivindicar la hermandad de las motos, reírnos, abrazarnos y felicitarnos. Fue, para mi, un momento inolvidable.







martes, 29 de mayo de 2018

Puerto Madryn - Uspallata en moto.


Viaje en Moto a Uspallata, Febrero de 2018.

Integrantes: Edgardo (Superténere 750 1996), Esteban (Suzuki DR 800 1993), Miguel (Kawasaki KLR 650 2017).

IDA

En los días 10, 11 y 12 de Febrero  se realizó en la ciudad de Uspallata provincia de Mendoza el 4to encuentro internacional “Cristo Redentor”, evento que va tomando popularidad entre los apasionados por las motos y que considerando el lugar, la geografía y las distancias se convierte en un tentador desafío, así fue que  apenas nos enteramos, Edgardo, Esteban y yo decidimos decir presentes. Planeamos salir el miércoles 7 de Febrero para viajar tranquilos pues desde la ciudad de Puerto Madryn son 1600 kilómetros hasta Uspallata. Pero no siempre las cosas salen tal como se planean, cuestiones laborales retuvieron a mis compañeros hasta el jueves a la tarde de modo que recién pudimos partir el día viernes 9.  Esto nos obligó a marchar un poco más rápido y en jornadas más largas que lo planeado originalmente. Salimos ese viernes a las 05:30 de la mañana, las motos ya estaban cargadas y reabastecidas desde la noche anterior de modo que salimos directamente a la ruta en una mañana fresca que me hizo pensar que me había quedado medio corto con el abrigo, pero bueno, en menos de una hora el sol nos estaría calentando así que a tiritar un poco y a seguir adelante que el tiempo corre. Pasamos de largo Sierra Grande calculando que la autonomía nos daría bien para llegar a San Antonio Oeste a 265 km de nuestra salida. Marchábamos a buena velocidad, 130/135 km/h de velocímetro lo que en mi KLR significaba ir entre 5500 y 6000 rpm. Cargadas y a buena velocidad las motos consumen más que el promedio y en vez de llegar con resto a San Antonio llegamos con lo justo, Edgardo y yo con la reserva no así Esteban que en una parada que hicimos para atender el llamado de la naturaleza aprovechó para completar su tanque con un bidón que llevaba.

Luego de repostar en San Antonio seguimos por la ruta 3 hacia Río Colorado a otros 250 km de distancia. El haber andado un poco justos con el combustible en la etapa anterior nos hizo pensar en un reabastecimiento intermedio de modo que paramos en General Conesa, llenamos los tanques y seguimos viaje. Poco antes del mediodía estábamos en Río Colorado donde volvimos a repostar, hasta aquí, luego de 500 km veníamos bien, motos y pilotos. Nuestra próxima etapa sería Padre Buodo en la intersección de las rutas 35 y 152 a unos 200 km hacia el norte. Este tramo puede resultar cansador por la monotonía del paisaje pero tiene la ventaja del poco tráfico lo que hace posible obtener buenos promedios de velocidad.

Sin mucho que reportar de esta etapa llegamos a Padre Buodo, cargamos combustible, tomamos un café y comimos algo liviano y no subimos nuevamente a las motos para los últimos 230 km de este primer día para llegar hasta Victorica en la provincia de la Pampa. Hicimos una parada intermedia en el pueblo de Tohay para completar los tanques y luego tomamos las rutas 14, 13 y 105 las que pasando por Carro Quemado nos llevó hasta Victorica donde arribamos alrededor de las 17:30 horas. Cubrimos una buena distancia, 900 km en una jornada.

Victorica es un pueblo tranquilo, llegamos sin reservaciones porque pensábamos que no tendríamos problemas en conseguir alojamiento pero para nuestra sorpresa ese fin de semana se hacía un importante festival por lo que los hospedajes estaban todos ocupados. Finalmente la dirección de turismo municipal nos consiguió una habitación triple un poco alejada pero con las comodidades necesarias para descansar. Fuimos a cenar a un comedor que estaba en la esquina de la plaza principal por lo que pudimos disfrutar de música autóctona interpretada por los artistas presentes en el festival.
Lo importante en estos viajes largos es no desatender las motos, en cada etapa controlar fluidos, presión de neumáticos y dar un vistazo general. Como hicimos todo eso apenas llegamos al alojamiento no fuimos al dormir medianamente temprano.

El día 10 nos levantamos con las primeras luces del día y mientras el pueblo aún dormía salimos a la ruta. Tomamos la RP10 hasta Santa Isabel y desde allí la 143, un lindo tramo, tranquilo y con asfalto en muy buenas condiciones. Nos mantuvimos atentos a los incendios forestales que por esos días habían castigado varias provincias de la zona y que no pocas veces significó cortes de rutas por causa del fuego o el humo. Tuvimos suerte porque a pesar de ver muchos campos color negro resultado de la quemazón los humos se mantuvieron bastante lejos de nuestro camino, al menos mientras pasábamos.  Repostamos en General Alvear y luego en San Rafael, en esa ciudad perdimos un poco de tiempo porque en vez de tomar la circunvalación por el lado de Los Filtros pasamos por una de las avenidas que cruza la ciudad (por querer ser más listos que el GPS J ).

Luego de retomar la 143 la seguimos hasta encontrar la ruta 40, continuamos por esta pasando por San Carlos y Tunuyán para tomar finalmente la ruta 7 que nos llevó hasta Uspallata, lugar del encuentro. En este tramo del viaje encontramos unos paisajes verdaderamente hermosos, carretera de pre-montaña con curvas, túneles y vistas que hacen del viaje un continuo disfrute.

Alrededor de las 17 horas arribamos a la cabaña que teníamos reservada, sin lujos pero cómoda y además a media cuadra del lugar de encuentro de los moteros y a una cuadra de la estación de servicios. Desarmamos el equipaje y nos fuimos a descansar un poco, esa misma noche era la cena de camaradería, no queríamos estar cansados ;)  





jueves, 17 de mayo de 2018


BARCELONA

Es una ciudad que tiene algo especial para mí ya que tengo ancestros catalanes tal como lo evidencia mi apellido. Ser el primero de la familia que regresa a tierras catalanas después de varias generaciones ha significado una carga emotiva especial, imaginar que quizá algunos de mis antepasados caminaron por las mismas calles que piso yo luego de más de un siglo es algo movilizador. Abuela Florencia, Abuelo Emilio, los he recordado con intensidad mientras respiraba profundo el aire del mediterráneo y pisaba éste vuestro, nuestro suelo con tanta historia.






miércoles, 9 de mayo de 2018



MADRID

No soy amante de las grandes ciudades pero Madrid me gustó mucho, el espacio público, la gente, el tránsito, el transporte público y otras cosas todas ellas en sintonía con mi idea de una sociedad ordenada y civilizada. Hay muchos lugares para comer a buen precio los exquisitos jamones u otras exquisiteces típicas mientras se pasea por la plaza mayor, la puerta del sol o la calle Alcalá. Madrid es una ciudad a la que regresaría.





lunes, 7 de mayo de 2018

Desde arriba.



Entre las tantas profesiones que he desempeñado en mi vida está la de piloto aviador, esta actividad me brindó la oportunidad de ver algunas cosas desde una perspectiva diferente a la habitual. Las nubes por ejemplo ofrecen un espectáculo muy bello cuando se las mira desde arriba, algunas veces parecen praderas de algodón extendiéndose hasta más allá de la vista, otras veces toman formas caprichosas que al ser iluminadas por el sol o la luna nos hacen creer que estamos en otro planeta. Nuestra pequeña esfera azul es hermosa desde donde se la mire, tierra, cielo o mar.

jueves, 3 de mayo de 2018

Visita al viejo continente.

Hace un tiempito que no subo nada al blog y eso se debe a que estuve de viaje. Durante casi todo el mes de Abril me ausenté de casa para hacer un recorrido por algunos países de Europa. España, Francia, Italia, Suiza e Inglaterra fueron los países visitados a los que como podrán imaginar apenas pudimos dar un vistazo pues el tiempo necesario para verlos mejor es mucho más del que disponíamos. De todos modos la experiencia fue enriquecedora y además de ser útil para conocer los lugares icónicos de esos países de los cuales visitamos principalmente sus capitales y en ellas museos y monumentos sirvió también para poner en valor lo que tenemos por estos lados. Hay miles de años de historia en aquel continente, se ven cosas buenas y otras no tanto. Las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Roma, Paris, Londres) son abrumadoras para quienes como yo no se sienten cómodos con las multitudes, hay muchísima gente que anda por las calles entre locales y turistas, para acceder a los sitios importantes (El prado, La capilla sixtina, El Louvre, Versalles etc) hay que hacer horas de cola. Fueron tres semanas agotadoras pero felizmente estoy de regreso a los grandes espacios a los que estoy acostumbrado en mi patagonia.

sábado, 24 de marzo de 2018

Amanecer en la ruta.


Uno de los momentos que más disfruto es cuando el amanecer me sorprende en el camino. Me proporciona un goce profundo, llena mi espíritu de paz y mi cuerpo de energía. Es un instante de felicidad simple, pura, de esas que vienen a uno sólo por ser y por estar.

miércoles, 28 de febrero de 2018

Recuerdos de una navegación a vela.


UN EITIN EN EL SUR
MADRYN – CALETA HORNO 2002 
Noviembre se aproximaba con esa presteza que tienen las fechas cuando existen cosas por hacer. El barco ya estaba en tierra pero eran muchas las tareas que debían hacerse para que pudiera estar adecuadamente preparado para llevarnos desde Madryn a Caleta Horno en ese crucero que habíamos planeado desde un tiempo atrás y con el que pretendíamos cerrar la actividad del 2002 bastante rica en experiencias.
Me había propuesto ir con mi propio barco a conocer ese lugar que es uno de los más bellos de nuestro litoral marítimo a juicio de muchos navegantes deportivos que lo han conocido. Había invitado a este viaje a dos amigos; Alejandro y Roberto quienes ya habían llegado desde Buenos Aires a fin de darme una mano con los preparativos. Debíamos cambiar los bujes de la limera del timón, hacer una nueva caña, instalar un enrollador de proa, cambiar burletes, hacer nuevo soporte para el compás, instalar nuevos arraigos para las líneas de vida, repasar el motor, revisar y modificar algunos detalles de la instalación eléctrica, repasar velas y jarcia y todos los demás detalles que insumen una considerable cantidad de tiempo y de trabajo.
Las características de algunos de los lugares que planeábamos visitar y además porque el viaje se desarrollaría en la época en que son frecuentes los fuertes vientos del Oeste y Sudoeste nos exigía tener fondeos adicionales confiables y seguros, las caletas más protegidas como Sara u Horno son lugares confinados y dejan poco espacio para el borneo, de modo que se deben usar al menos dos fondeos y preferentemente tres. Cargamos pues un tramo de cadena de 50 mts. más otros dos de 15 cada uno; dos tramos de 30 mts. de cabo de 20 mm y otro tramo de 30 mts. de cabo trenzado de 20 mm y 40 mts. de un cabo de 60 mm de diámetro de nylon, por el lado de los fierros llevábamos un ancla de cepo de 17 Kg, una danforth de 15 kg y una tercera del mismo tipo de 5 Kg. Exagerado quizás para otros lugares pero no para aquí.
Entre las cosas que se olvidan y las que no se pueden hacer por falta de tiempo jamás se parte con todo completo, lo que tratamos de asegurarnos es de llevar lo imprescindible y de aquellos elementos “vitales” cargar también un repuesto (dos mates, dos bombillas, etc.). 
Partimos un miércoles de mediados de Noviembre, seguiría nuestro rumbo al día siguiente el “Wanderer” de “Chochi” Owen y tres días después el “Iopne” catamarán del “Corcho” Daroqui, amigos del Club Náutico Atlántico Sud. El plan era reunirnos en Bahía Camarones en los próximos días. Soltamos amarras cerca del mediodía con un sudoeste moderado que nos permitía hacer rumbo directo hacia la boca del Golfo Nuevo a buena velocidad. Habíamos previsto llegar a la boca con marea bajante de forma de aprovechar las fuertes corrientes de marea que allí existen y evitar los escarceos de marea que se producen allí cuando la corriente y el viento son contrarios.
El fenómeno de escarceos no por todos conocidos es de significativa magnitud por estas latitudes y resultan intimidantes para quienes sin conocerlos se encuentran con ellos sin previo aviso. Por lo general preferimos evitarlos, no resulta agradable navegar en un mar efervescente.
Lentamente fue pasando por nuestra banda de estribor la costa sur del Golfo con su agreste y bello paisaje que aunque bastante conocida por nosotros, a menudo nos sorprende con algún nuevo matiz o alguna tonalidad diferente que hace que siempre sea agradable observarla. Navegábamos en un mar tranquilo mientras estibábamos lo embarcado a último momento. Junto con la tarde transcurrieron las 30 millas iniciales, dejábamos atrás Bahía Cracker y estábamos a la vista del faro de Punta Ninfas. El viento había caído bastante y pudimos atravesar la boca con aguas tranquilas lo que a no dudarlo constituía un buen principio.
Con vientos leves y variables fuimos ganando lentamente latitud. La costa acantilada de Ninfas nos ocultó pronto el sol de modo que nos pusimos a preparar el barco para la noche dejando a mano todo lo necesario. El atardecer nos obsequió un espectáculo de luces y reflejos y dió paso a una noche estrellada que vino acompañada de un viento suave del norte. Habíamos pensado hacer una primera parada en Bahía Janssen y disfrutar un poco de la vista desde el mar de las pingüineras de Punta Tombo, para ello teníamos dos alternativas; la primera poner rumbo directo a Janssen ahorrando así tiempo y distancia y la segunda navegar paralelos a la costa a unas 5 MN de la misma lo que implica alargar la distancia pero asegura una navegación más confortable en caso de que sople un fuerte Oeste viento que predomina en esta zona y en esta época del año. Optamos por la primera alternativa pues según el pronóstico no debíamos esperar vientos de más de 25 nudos.
La Patagonia es generosa a la hora de prodigar vientos, cuando dejé la caña cerca de la medianoche ya navegábamos con un SO de la intensidad pronosticada y en aumento que hizo necesario tomar rizos a la mayor para finalmente bajarla por completo. Las olas iban tomando buena dimensión ya que navegábamos apartados de la costa. Dejamos el foque enrollado un par de vueltas y bien cazado como única vela ya que en esa condición el barco navega en una ceñida abierta avanzando a una velocidad aceptable sin golpear el casco ni sobreexigir la jarcia. Con algunos síntomas de mal de mar que suele aquejarme los primeros días de navegación si la cosa viene algo movida me fui a la cucheta a tratar de descansar ya que dormir es prácticamente imposible debido a los movimientos del barco y a la atención que no se puede dejar de prestar a los ruidos de afuera. 
Roberto y Alejandro cumplieron sus turnos de timón en una noche mojada y muy fría, el amanecer nos encontró navegando en un mar con buenas olas y con viento del SO aún bastante fuerte, nos acompañaban Petreles y algunos Albatros de Ceja Negra, ave muy bella a la que no me canso de observar, el sol subía en un cielo sin nubes y comenzaba a entibiar el aire “una de cal y una de arena” pensé, como es casi siempre en el mar. 
El viento fue bajando en intensidad y fuimos poniendo velas, a las 11 de la mañana al completar nuestra primera singladura estábamos a 15 millas de la costa en el lateral de Punta Delfín a 35 MN de Bahía Janssen con la esperanza de poder llegar al fondeadero con luz diurna. A media tarde el viento se transformó en una brisa suave que apenas nos permitía dar 2 Nds, intentamos apoyarnos con motor pero éste que tan bien había funcionado en las pruebas se declaró en rebeldía negándonos su ayuda, actitud que mantendría durante el resto del viaje.
Con vientos suaves y variables continuábamos nuestro rumbo y a las 20:00 nos encontrábamos a 2 millas del fondeadero Janssen, momento en que comenzó a soplar desde el Oeste ¡ justo de proa ! . Se nos iba la luz y debíamos bordejear el último tramo con un viento que aún no se había afirmado y que borneaba de forma de dejarnos siempre en el borde malo. Luego de más viradas que en un match race llegamos al lugar elegido para fondear. A las 21:00 finalizamos la maniobra de fondeo y nos dispusimos a preparar la cena y acondicionar el barco a fin de dejar todo listo pues el plan era reiniciar la navegación al día siguiente a primera hora. 
Durante la noche el viento fue en aumento, al amanecer se había afirmado del Oeste y ya estaba en los 30 nudos, cuando salimos a cubierta para disponer el barco para zarpar vemos aproximarse el Wanderer de Owen, nos pusimos al habla y nos informaron que según el pronóstico se esperaba para esa tarde o noche un importante incremento del viento y nos aconsejaba esperar. Owen es un experimentado navegante, oriundo de la zona y con muchos años de experiencia en navegación a vela en la Patagonia por lo que siempre me siento inclinado a considerar sus consejos. Permanecimos pues fondeados y nos dedicamos a hacer mantenimiento del barco, nuestros amigos del Wanderer por su parte descansaron hasta el atardecer reponiéndose de una exigente noche de navegación.
El viento siguió en aumento y ya rondaba los 40 nudos, de modo que no nos quedaba más que esperar mientras disfrutábamos de la vista de la bella reserva natural de Punta Tombo en la que existe una pingüinera donde cada año vienen a anidar miles de pingüinos. No pudimos seguir viaje ese día, el viento ya rondaba los 50 nudos, la noche anterior habíamos largado el segundo fondeo a barba de gato, no teníamos intención de garrear mar adentro con ese viento. Pasábamos el tiempo dedicados a la lectura, a las charlas sobre barcos y navegaciones y a las artes culinarias, Roberto y Alejandro además intentaban sin fortuna el arte de la pesca. 
El viento se había ido al SO pero aún continuaba fuerte y como no era nuestra intención ceñir 50 millas este viento artero que venía justo del lugar al que íbamos, permanecíamos fondeados. En una de las charlas de cámara que compartíamos con la tripulación del Wanderer, Owen le explicaba a Alejandro primerizo en navegar aguas patagónicas “acá cuando está lindo es muy lindo, pero cuando se pone feo es muy feo”. Adecuada síntesis pensé.  
Llegó el domingo y el clima no cambiaba de modo que tuve que desembarcar y regresar por tierra a Puerto Madryn para atender asuntos de trabajo. Mis amigos esperarían vientos favorables y llevarían el barco hasta Caleta Sara donde nos volveríamos a reunir para el último tramo a Caleta Horno.
El siguiente viernes embarcaba nuevamente, el “Signo” estaba fondeado en la abrigada Caleta Sara junto al “Iopne” del “Corcho” Daroqui, también navegante deportivo con mucha experiencia en la Patagonia y que además diseñó y construyó este hermoso catamarán en el que ahora navega. 
Sara es una caleta pequeña ubicada en el extremo SE de la Bahía de Camarones, sus reducidas dimensiones no permiten permanecer al borneo, es necesario fondear con dos anclas y preferentemente con tres, más aún si permanecen en la misma más de un barco al mismo tiempo. Es muy protegida por lo que siempre es utilizada por los veleros que llegan hasta Camarones, prefiriéndola al mismo puerto que se halla al fondo de la Bahía y a Caleta Carolina, mucho más amplia pero más abierta. Tiene además una ventaja adicional porque allí funciona un club de pescadores que cuenta con un negocio que brinda baños, duchas calientes y la posibilidad de poder adquirir algunas provisiones. Está dentro de la reserva natural “Cabo dos Bahías” por lo que sus alrededores son muy interesantes para recorrer, con vistas muy bellas a la Bahía y al mar abierto. También se puede observar la fauna autóctona; guanacos, zorros, peludos, ñandúes y una gran variedad de aves marinas. 
Quien piense que la bahía debe su nombre a una superabundancia del crustáceo homónimo en sus aguas se llevará una desilusión, el nombre tiene un origen diferente. Muchos de los accidentes geográficos de estas costas fueron descubiertos por navegantes ingleses o franceses, sus nombres por lo tanto fueron registrados en esas lenguas en una cartografía que fue utilizada durante mucho tiempo. Muchos de esos nombres perduran aún hoy, otros en cambio fueron traducidos o cambiados, la bahía se llamó originalmente “Cameron Bay” lo que en la traducción libre de quien la renombró pasó a ser “Bahía Camarones”. 
El plan era partir el Sábado hacia Caleta Horno pero como ya tenemos asumido, por aquí los planes suelen distar mucho de lo que al final se puede concretar, nuevamente el SO fuerte nos mantuvo en Sara el Sábado y el Domingo, recién el Lunes a media mañana pudimos zarpar luego de calcular cuidadosamente la marea ya que para la ida es necesario atravesar el Canal Leones con marea bajante. Este canal se halla entre la península y la Isla Leones , es angosto y tiene corrientes de hasta 6 nudos de modo que para barcos pequeños como el nuestro es imperativo navegar con la corriente. 
El SO nos llevaba muy bien en esta primera pierna hasta Cabo dos Bahías al que dimos bastante respeto pues se forman allí escarceos bastante fuertes. Pasamos próximos a Isla Moreno que presenta una hermosa vista desde el mar, doblamos el cabo y comenzamos a ceñir esperando la rotación diaria del viento que habíamos observado se produce regularmente en condiciones normales. El viento fue disminuyendo y rotando al norte, cruzábamos la Bahia San Gregorio en la compañía de un grupo de delfines entre los que pudimos ver uno bastante más grande que el resto y pensamos era un delfín de Risso cuyo tamaño de adulto alcanza los cuatro metros. 
El viento seguía cayendo. Como además de cruzar el canal con marea bajante debíamos llegar a Caleta Horno con luz diurna pues no es fácil ver su entrada desde el mar, nos ayudamos con viento de hélice. Dejamos por babor el faro de Isla Leones digno de ser visitado pero que preferimos dejar para otra oportunidad. Al fin y no sin cierto alivio salimos del Canal, es que éste se pone realmente difícil cuando en él confluyen encontrados viento y corriente, impone respeto aún a los pesqueros que navegan estas aguas. 
Como dije, no es sencillo ver la entrada a Caleta Horno salvo cuando está muy próxima de modo que a media milla según GPS se adelantó Roberto con el gomón a fin de identificarlas y guiarnos, no tuvimos dificultades y poco después ingresábamos a la caleta y largábamos los dos fondeos justo cuando el sol se ocultaba detrás de las altas paredes de piedra. El lugar paga sobradamente el esfuerzo empeñado en llegar, es una caleta pequeña con aguas muy tranquilas a la que no ingresa siquiera la onda de mar, protegida de todos los vientos pues está rodeada de altos muros de roca. Nos quedamos los tres en silencio absortos por la belleza del lugar y satisfechos por haber llegado con nuestro modesto barco de 24 pies al sur del 45°S. 

EL REGRESO

Habíamos finalizado nuestra visita a Caleta Horno y el “Signo” permanecía fondeado en Caleta Sara a espera de que pudiera yo disponer de unos días para traerlo de regreso a su fondeadero en el Club Náutico Atlántico Sud.
Caleta Horno me había dejado algunos sentimientos encontrados; nos deslumbró con su belleza agreste y nos sorprendió la diversidad de vida que se puede encontrar allí. Recorrer la Caleta y sus alrededores constituye un excelente ejercicio para las piernas y un solaz para el espíritu, puede uno pararse sobre algunas de las elevaciones cercanas y extraviar la mirada y los pensamientos en las gran extensión de tierras desiertas al Oeste o en la inmensidad del mar al Este. Es el lugar apropiado para estar cuando el espíritu reclama quietud, cuando es preciso pensar o reflexionar o cuando se torna imperioso alejarse un tiempo de las rispideces del cotidiano sobrevivir.
La caleta nos ofreció también otro aspecto, el humano, que nos recordó que existen quienes no están preparados para apreciar y disfrutar la belleza sin mancillarla y este lugar aunque apartado no ha podido escapar del vandalismo y la insensibilidad. Los paredones de piedra han sido el lugar elegido por muchos que con pintadas han querido dejar testimonio de su paso por este lugar sin saber que lo único que hicieron fue manifestar su bajeza de espíritu y su voluntad de destrucción. Allí quedan impúdicamente expuestos nombres de barcos y tripulantes como monumentos escritos a la insensatez. Debemos considerar que a estos sitios no hay que llegar como conquistadores sino como discretos invitados, entrar “en puntas de pié” e irse de igual forma dejando todo tal cual se encontró. La conquista o el logro de estar o haber llegado debe quedar registrado en otro lugar, más significativo que la piedra pintada, debe permanecer en la memoria y en los recuerdos que guardaremos en el futuro de ese momento.
A principios de Enero pude disponer del tiempo necesario para regresar a Madryn con mi barco, me acompañarían en esta pierna el amigo Hugo y Ezequiel su joven hijo con quienes he compartido ya otras singladuras, ambos formados en la escuela patagónica pues aprendieron a navegar en las aguas del Golfo Nuevo en un grumete de madera que fue su primer barco.
En esta época es más fácil viajar al norte que hacerlo hacia el sur pues predominan los vientos del Oeste o el Sud Oeste, de modo que solamente hay que esperar que este último se presente para tener una rápida travesía. Afortunadamente el fin de semana que se avecinaba ofrecía según el pronóstico cuatro días contínuos de vientos del SO de modo que no había mucho que esperar. Llegamos a Caleta Sara por tierra el Sábado a las nueve de la mañana, desde el camino costero que va desde el bello pueblo de Camarones hasta la Caleta se tiene una vista excelente de la Bahía en la que pudimos ver que el SO ya afirmado la había blanqueado con corderitos. Invertimos tres horas en hacer unas adaptaciones en un soporte para el Fuera de Borda y pasado el mediodía zarpamos con buen viento que nos hacía dar 4.5 a 5 nudos con foque y mayor rizada.
Para cruzar la Bahía de Camarones hay que recorrer un poco más de 20 MN, luego desde Punta Roja hasta Cabo Raso hay poco más de 15 MN las que si uno hace la derrota próxima a la costa es conveniente navegar con luz diurna y hacerlo a una distancia que permita pasar la península de Betbeder a unas 5MN y en un rumbo hacia afuera de forma de pasar el sector rojo del faro Cabo Raso a unas 10 MN de éste. Esto es así pues en ese tramo existen cuatro grupos de rocas que velan y es además zona de escarceos de marea principalmente entre Punta Descubierta y el Faro de Cabo Raso donde los mismos suelen ser muy fuertes dependiendo de las condiciones.
Estábamos bien, teníamos por delante 8 horas de luz y estábamos dando unos 5 nudos. La ola aumentaba a medida que salíamos del socaire de tierra pero el barco navegaba bien pues teníamos el mar y el viento francos.
Comenzamos los turnos de timón y descanso. A las 18 cuando entregaba la caña y me disponía a instalarme en la cucheta oigo el característico sonido de un rotor. Rápidamente estuvo sobre nosotros un helicóptero de la Prefectura con cuya tripulación intercambiamos los saludos de rigor vía VHF y respondimos que no a la consulta del comandante de la aeronave acerca de si teníamos alguna necesidad. Con los deseos de una buena navegación partió mar adentro según supusimos a asistir a algún marino en difícil trance. Les deseamos suerte pues la suya es una tarea que entraña no pocos peligros en estos mares, aún se recuerda por aquí las vidas y el helicóptero que la Prefectura perdió rescatando un tripulante enfermo de un barco pesquero. Luego comentábamos con Hugo que posiblemente lo que haya motivado al helicóptero a acercarse haya sido el aspecto desvalido que seguramente presentaba nuestro pequeño barco de 24 pies en medio de las olas visto desde el aire. De todos modos nos agradó la preocupación demostrada por nuestra seguridad.
Continuábamos nuestra marcha a buen ritmo, con las últimas luces dejamos a popa las rocas Salaberrya, desde allí hasta la boca del Golfo Nuevo son aguas libres de obstáculos lo que hace más cómoda la navegación nocturna. La noche se presentaba tranquila con un cielo que solo es posible encontrar en el mar donde hasta la más modesta estrella es capaz de brillar pues las únicas luces artificiales son las del compás y el rítmico destello de algún faro lejano.
Estaba afuera solo, escuchando los ruidos del mar, con la caña en una mano y un jarro de café en la otra, mis compañeros descansaban abajo, el barco caminaba bien, el viento seguía franco ¿Qué más se puede pedir?.  
El viento fue disminuyendo y rotando al NO manteniéndose una par de horas. Sabía que no duraría esa condición pues el pronóstico anunciaba SO. Pasada la medianoche rotó al SO y comenzó a aumentar de intensidad, navegamos una hora con dos rizos en la mayor pero luego fue necesario arriarla para continuar solamente con el foque. La navegación se tornó movida pero íbamos en rumbo y a buena velocidad, de modo que la situación no era mala, siempre que el viento no siguiera aumentando.  
Las olas venían por popa con crestas espumosas de un color verde fosforescente iluminando nuestro alrededor con una pálida luz esmeralda. Atribuímos esa luminosidad a las noctilucas, microorganismos que producen bioluminiscencia cuando se agitan las aguas donde se encuentran y que a veces hacen ver la estela del barco como un camino de estrellas.
 Olas: Ellas vienen, los caballos marinos de blancas crines,
 tascando sus frenos con brillantes riendas de viento. (Ulises - Joyce)
Sobre el oscuro horizonte comenzamos a ver los destellos del faro de Punta Lobos que nos serviría de referencia por bastante tiempo. Hacia el SE veíamos las luces de algunos pesqueros, presencia habitual en estas aguas pues muchos de ellos operan desde Puerto Rawson. Es necesario principalmente de noche, permanecer muy atentos al movimiento de estos barcos si se navega en proximidades de Bahía Engaño pues es inevitable encontrar un intenso tráfico de barcos que se dirigen y parte de de la desembocadura del Río Chubut en horas coincidentes con la pleamar, único momento en que tienen suficiente profundidad para operar. 
La noche transcurrió sin sobresaltos, y a las nueve de la mañana nos encontrábamos en el lateral de Punta Delfín en un mar bastante movido con el SO que se mantenía firme. Comenzamos a calcular las posibilidades de estar en la boca del Golfo Nuevo alrededor de las 20:00 para cruzarla con marea creciente pues con bajante la corriente tira hacia afuera con una velocidad de hasta 3 ½ nudos, bastante para nuestro pequeño barco. 
El día pasó sin cosas para hacer notar salvo la visita de un numeroso grupo de toninas overas que nos acompañó un largo trecho entreteniéndonos con sus juegos. La belleza de este animal es notable quizá debido al marcado contraste de sus colores blanco y negro. Es uno de los animales que más me agrada ver. 
A las tres de la tarde estábamos a poco más de 20 MN de la entrada del Golfo, el viento había caído un poco pero la marea comenzaba a crecer dándonos entre uno y dos nudos para sumar a nuestra velocidad sobre el fondo. Poco después de las 20:00 ingresábamos al Golfo Nuevo en cuya entrada encontramos un poco de escarceos que evitamos prudentemente. Las 30 MN hasta nuestro destino transcurrieron sin dificultad y en una navegación tranquila. A las 3 de la madrugada tomamos el fondeo en el CNAS de Madryn cansados pero plenamente satisfechos, con algo más de experiencia y otro poco de humildad regalo y lección que siempre nos prodiga este mar.  
Miguel Suñé - Velero Signo.