jueves, 12 de julio de 2018

Puerto Madryn - Misiones en moto.


Viaje en Moto a Apóstoles Misiones, Julio de 2018.

En solitario con mi  Kawasaki KLR 650 2017.

INTRO:

Tenía ganas de hacer este viaje y hacerlo en solitario. Viajar solo es una experiencia completamente diferente a hacerlo en grupo, se tiene más libertad de acción ya que no hay que consensuar nada y en contrapartida no hay con quien consultar nada, las dudas y sus respuestas son exclusivamente nuestras. Se conversa mucho con uno mismo, se piensa y se analiza constantemente. El viaje en compañía de otros moteros es sin dudas más divertido, más entretenido y en cierta forma más seguro pues siempre tendremos quien nos dé una mano si pasa algo en la ruta. Por el contrario el viajar solo nos hace confiar más en nosotros mismos y en nuestras capacidades, nos hace más atentos y más cuidadosos. Creo en definitiva que el rodar solos es una forma de crecer como moteros.
Al menos es lo que a mí me ha pasado.

IDA

Desde Puerto Madryn a Apóstoles Misiones hay 2500 km por la ruta  que había escogido. Planifiqué etapas de 500 a 700 kilómetros por día considerando que es invierno y que salir antes de las 9:00 o rodar después de las 18:00 significaría tener que soportar mucho frío. Serían cuatro etapas de ida subiendo por Córdoba y Norte de Santa Fe hasta Resistencia para luego cruzar a Corrientes y de allí hasta Misiones.

La moto y todo el equipo estaban preparados desde un par de días antes de la partida de modo que el día 26 de Junio a las 9:00 puse en marcha mi KLR y partí. Primer destino Padre Buodo, una pequeña localidad sobre la ruta 35 unos pocos kilómetros al sur de Santa Rosa La Pampa. Los 700 km de la etapa transcurrieron sin contratiempos hasta 150 kilómetros antes de la llegada que fue cuando una lluvia leve se hizo presente y me acompañó hasta Buodo. Comprobé allí que mis botas no eran impermeables, se me mojó la izquierda y se me inundó la derecha.

Llegué a las 17:00, me alojé en el parador vecino a la YPF que por $500 me ofreció una habitación espartana pero decente, con buena calefacción y ducha bien caliente. Puse a secar medias y botas y luego de descansar un poco fui por la cena, el mismo parador me ofreció por poco más de $200 un plato de pastas con carne y una gaseosa.

Al día siguiente luego de desayunar revisé la moto, lubriqué la cadena y partí alrededor de las 9:00 bajo un cielo nublado con destino a Villa María en Córdoba. Sin nada que destacar fueron pasando las localidades de Castex, Vicuña Mc Kenna, Río Cuarto y otros. Al fin de la tarde llegué a Villa María, por referencias busqué el “Gran Hotel Colón” ubicado en el centro de la localidad. Apenas ingresé imaginé que no sería de lo más confortable pero estaba cansado y no quería seguir dando vueltas en la moto buscando otros alojamientos. Las instalaciones estaban muy deterioradas, todo muy precario, una de las canillas del baño estaba atada con alambre, la pintura y revoque se veían descascarados, el calefactor no encendía, afortunadamente no fue una noche fría. Al menos la moto estaba bajo techo y el agua de la ducha era bien caliente. Me bañé fui a comer una hamburguesa y a caminar un poco por la peatonal y luego a dormir. A las tres de la mañana me despertó una conversación en voz alta que venía de alguno de los cuartos vecinos, un hombre hablaba y parecía hacer negocios por teléfono, además se oía una voz femenina que cada tanto terciaba en la conversación (qué negocios se pueden hacer a las tres de la mañana !? ). Todo esto duró como hasta las 5, luego pude dormir otro rato. A las 8:00 bajé, desayuné preparé la moto para partir prometiéndome no volver a ese hotel y diciéndome a mí mismo “Alojamiento y desayuno por $400, ¿¡Qué esperabas!?”.

El 28 de Junio alrededor de las 9:00 salí de Villa María, en esta etapa debía alcanzar Reconquista, el día seguía nublado y húmedo. Al poco de andar vi a lo lejos una mancha gris como de humo que cruzaba la ruta, al aproximarme confirmé que no se trataba de humo sino de niebla que se fue haciendo más y más espesa obligándome a reducir la velocidad y a poner todos los sentidos en alerta, la niebla representa un peligro tanto por lo que hay al frente como por lo que viene detrás, en esas zonas de campo es frecuente encontrar vehículos con poca o ninguna luz que circulan muy lentos y a los cuales en esas condiciones sólo se verá cuando ya es tarde para maniobrar o frenar y por otra parte no son pocos los conductores que van en la niebla como si condujeran en el más soleado de los días, son el peligro que viene por detrás ya que si vamos despacio también ellos te verán demasiado tarde. Por un tiempo que se me hizo demasiado largo fui buscando un lugar adecuado para dejar la ruta y esperar que mejoren las condiciones. Llegué hasta la localidad de Las Varillas y me detuve en la YPF, allí me encontré con otro motero que viajaba en sentido contrario y que se había detenido por el mismo motivo que yo. Tomamos café y charlamos durante casi dos horas y luego seguimos camino, la niebla continuaba pero ya se podía ver a una distancia segura. Pasé por San Francisco, continué hasta Freyre y desde allí tomé la RP70 hacia el este rumbo a la localidad de Esperanza para luego tomar la RN11 hacia el norte.

Al atardecer llegué a Reconquista, me alojé en el hotel San Martín, cómodo, limpio, ordenado y prolijo con gente muy atenta que me brindó muy buena atención. $700 la noche con desayuno, un buen precio para la calidad ofrecida. Luego de cenar y caminar un poco fui a descansar.

Al día siguiente desperté temprano y escuché el sonido que menos me gusta escuchar al inicio de una etapa, lluvia! Otra vez lluvia! Desayuné, armé los bártulos bajo la lluvia y arranqué la etapa bajo un cielo gris que preanunciaba nuevas inundaciones de mi bota derecha. Afortunadamente no hacía mucho frío y luego de unos cien y pico de kilómetros la lluvia cesó y fui ganando kilómetros en un tránsito bastante cargado de camiones y demorado por obras en las rutas que nos hacían esperar cada tanto. Llegué a la ciudad de Resistencia donde las motitos que andan a su aire y gusto sin respetar absolutamente nada me dieron más de un sobresalto. Reabastecí combustible y partí en busca del puente que une las ciudades de Resistencia y Corrientes por sobre el río Paraná, el cruce fue rápido no así el tránsito a través de la capital correntina, muchos camiones, muchos semáforos y demasiado tiempo invertido en salir de la zona urbana para tomar la ruta nuevamente.

La ruta 12 estaba en muy buenas condiciones, con poco tráfico de modo que tuve una conducción relajada por unos cuantos kilómetros. Entré a la localidad de Itatí para visitar el santuario de la virgen y cumplir una promesa, hecho esto y cuando me disponía a continuar viaje se acerca un hombre que me pregunta hacia dónde voy, le digo que hacia apóstoles “tenga cuidado” me dice “Vengo de allá y cerca de Itá Ibaté encontré una tormenta muy fuerte con lluvia intensa y relámpagos” ¡Otra vez la lluvia! Seguí con la esperanza de que fuera un chubasco que ya hubiese pasado para cuando mi moto y yo llegáramos al lugar, no fue así, el encuentro con la tormenta fue inexorable, estaba allí esperándome, pensé “bueno, veremos cómo nos desempeñamos moto y jinete en esta circunstancia” La lluvia se puso intensa, paré para ponerme la chaqueta impermeable y encaramos, los camiones que venían de frente pasaban y me rociaban con “baldazos” de agua, la moto se desempeñaba bien, no tenía ningún comportamiento extraño, de modo que seguimos a buen ritmo ganando kilómetros. Llovía con más intensidad así que en Villa Olivari me detuve en un hotel al costado de la ruta “llegar hoy o mañana no hará demasiada diferencia pensé” pero el hotel estaba completo y tuve que continuar. Veinte kilómetros más adelante me detuve en la entrada a Ituzaingó a cargar combustible, la lluvia parecía estar menguando, quedaban 120 kilómetros para llegar a Apóstoles y aún faltaba para las cinco de la tarde ¿continúo? ¡continúo!. La lluvia ya no era tan intensa cuando tomé la ruta 120 que me dejaría luego de 60 kilómetros en la RN14 a pocos kilómetros de mi destino. Fue el mejor tramo del viaje, el que más disfruté, caía la tarde, el sol trataba de filtrarse entre la capa nubosa y el horizonte pintando las nubes de color gris plomo con vetas amarillo rojizas, marchaba hacia el este desde donde venía ya la oscuridad ganando terreno, el asfalto mojado por la lluvia parecía una cinta brillante de plata que se perdía allá al fondo en la negrura y sobre ella mi moto y yo corríamos por ese paisaje casi irreal, solos. Me puse a cantar, estaba feliz, quería llegar pero no quería que se termine. Llegué a Apóstoles con las últimas luces del día para abrazar a mi hermano a quien había ido a visitar de sorpresa para festejar con él sus sesenta años.

VUELTA:

Ya en Apóstoles y luego de un día de descanso me puse a limpiar la moto luego la revisé a fondo controlé fluidos y repasé tornillos y tuercas, me preocupó un poco la cubierta trasera, había sufrido mucho desgaste lo que me hizo dudar si aguantaría el viaje de regreso. Ni en la localidad ni en las ciudades vecinas había reemplazo de modo que el único plan posible era iniciar el viaje y ver de encontrar algo en el camino.

El 3 de Julio a las 09:00 emprendí el regreso, esta  vez tomaría la ruta 14 que pasa por el este de las provincias de Corrientes y Entre Ríos e ingresa a Buenos Aires por el puente Zárate - Brazo Largo. Hasta Alvear el viaje fue tranquilo, luego comenzó a soplar un viento cruzado bastante fuerte que sumado al frío hizo que la cosa se pusiera un tanto incómoda. En Paso de los Libres paré a tomar un café y a calentarme un poco pues el viento, la humedad y la baja temperatura se hacían sentir, Desde aquí la ruta 14 es una autovía de cuatro carriles por lo que transitar por ella resulta cómodo y relajado, el viento poco a poco fue cediendo y al llegar a Chajarí en Entre Ríos ya no se sentía.

Al final del día llegué a un pueblito llamado Ubajay al sur de Concordia y me alojé en “La Palmera” un lugar limpio, ordenado y cómodo, tomé una larga ducha caliente pues había sido una jornada en la que el frío se hizo sentir. Antes de dormir y como hago en cada etapa revisé la moto y lubriqué la cadena. El desgaste de la cubierta trasera seguía preocupándome por lo que realicé una búsqueda telefónica en Zárate pero no pude conseguir reemplazo.

Al día siguiente me desperté a las siete de la mañana y escuché el odiado sonido de la lluvia cayendo ¡otra vez la lluvia!, demasiada lluvia para un mismo viaje. Muchas opciones no tenía, había que seguir de modo que comencé el ritual de vestirme y preparar la moto y además intenté blindar el cierre de mis botas con cinta industrial (tipo silver tape), sospechaba que por allí ingresaba el agua a pesar de tener por dentro una membrana impermeable.

Seguí rodando hacia el sur, por suerte la lluvia no era fuerte y de a poco fue calmando hasta que sólo quedó un día frío, nublado y gris. En Gualeguanchú paré a repostar y volví a lubricar la cadena, trato de hacerlo cada 200 o 250 km cuando transito con lluvia. Pasé el puente de Zárate luego tomé por Los Cardales, Luján, Jáuregui y desemboqué en la RN5 y desde allí rumbo Oeste, el frío se sentía sobre todo en las manos y los pies pero quería ganar kilómetros así que a fruncir el ceño y a seguir. Paré en 9 de Julio, necesitaba calentarme un poco por dentro con un café y por fuera con la calefacción de salón de YPF, tal vez me quedara allí mismo, estaba cansado. Mientras tomaba café consulté MapsMe (aplicación que recomiendo enfáticamente es precisa y funciona sin conexión a internet), vi que a poco más de 100 km estaba  Pehuajó, podía llegar hasta allí y ganaba algo de tiempo y distancia. Poco antes del atardecer llegué a la posada El Paihuen próxima a la ruta y al monumento a Manuelita. Muy linda, cómoda y agradable $700 la noche y disfruté allí mismo de una cena consistente en carne al horno con ensalada y una gaseosa por $220.

EL 5 de Julio amaneció sin lluvia y con sol! Estaba desorientado, no sabía qué hacer en este tipo de clima ja ja! Luego del desayuno partí rumbo a Río Colorado que sería el final de esta etapa. Fue una jornada tranquila sin nada que destacar salvo el haber vuelto a disfrutar de mis solitarias rutas patagónicas. Alrededor de las 16:00 llegué a Río Colorado y me alojé en el lugar donde lo hago desde hace casi una década, “Departamentos del Colorado” donde siempre soy recibido como si fuera de la familia. Compartimos largo rato de charla y mates con Oscar el propietario y después fui a procurar la cena.

El viernes 6 me levanté temprano, era la última etapa del viaje sólo 500 km me separaban de Puerto Madryn, mi ciudad. Consulté el pronóstico del tiempo que me informó que en Río Colorado llovería a la tarde (no importa, me voy por la mañana); en Puerto Madryn la lluvia sería por la mañana (qué bueno, llego a la tarde) pero en San Antonio Oeste la lluvia se esperaba para el mediodía, justamente a la hora que pasaría por allí! Como la probabilidad de lluvia era del 60% pensé que tal vez la suerte me acompañara y me tocara el 40% de “no lluvia”. Fue una jornada fría pero agradable, pasé por San Antonio sin lluvia y cuando daba las hurras por mi buena fortuna, en General Conesa, adivinen, sí . . llovía! Aunque no fue por mucho tiempo ni tampoco tan intensa. Seguí rodando por rutas bien conocidas, paisajes cotidianos que recorro habitualmente con mi moto, ya estaba en casa. A las 16:30 llegué a mi hogar justo para la hora del mate compartido con mi querida esposa Analía.

Puerto Madryn 10 de Julio de 2018.