jueves, 31 de agosto de 2017

sábado, 19 de agosto de 2017


Agosto de 2017, ha llegado la máquina por tanto tiempo esperada. Veremos hasta dónde podremos ir juntos.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Recuerdos de una nostalgia ajena.

Los recuerdos son impresionistas si es que aplica el término, basados en algo que ha sido cuajan en cosas que han podido ser o que hemos querido que fueran. Son además inconstantes, volubles y caprichosos pero aún así siempre hay en ellos un núcleo de verdad sustancial que se mantiene constante detrás de cualquiera de los matices con los que puedan presentarse. Tengo un recuerdo de mis tiempos de adolescencia, es algo intrascendente, sin importancia aparente pero se quedó allí y de tanto en tanto me hace una visita.

Cuando adolescente solía caminar con otros amigos por las calles de mi pueblo y en esas caminatas solíamos pasar algunos atardeceres por una casa antigua con plantas en el jardín y una amplia galería elevada al frente. En esa galería, sentado en una silla mecedora de respaldo alto solía estar un hombre, mayor ya, escuchando música acompañado de una botella y un vaso sobre una pequeña mesa a su lado. Nunca lo vi hacer nada más que estar allí, pensativo, con la mirada perdida entre las hojas de su jardín, sin aparente interés en ninguna cosa que lo rodeara. Y ése es todo el recuerdo.


A los dieciocho años me fui del pueblo y nunca más volví a ver a aquel hombre a quien nunca conocí y de quien no supe su historia pero he retenido su imagen en aquella galería. ¿Porqué? No lo sé, tal vez porque aunque brevemente representó para mí, un interesado en las historias que hay detrás de las personas, alguna especie de enigma. Con el tiempo se fueron esfumando los detalles pero ha permanecido la sustancia: un atardecer, una galería, un hombre viejo con su música y su copa. El esqueleto de aquel recuerdo recogido hace medio siglo por un adolescente se presenta despojado de toda envoltura justamente hoy, justo ahora que atardece y estoy escuchando “just don't want to be lonely” aquella hermosa canción de Ronnie Dyson de 1973 y al fin creo comprender. Aquel hombre abandonaba un mundo que ya no comprendía y a golpes de alcohol y nostalgia se estaba suicidando.