domingo, 3 de junio de 2018

Subida al Cristo Redentor de los andes.



El encuentro organizado por Falconeros Mendocinos se ha hecho popular con el transcurso de los años y son muchísimos los motociclistas que se dan cita en la localidad de Uspallata para compartir experiencias con sus pares de todo el país y del extranjero.  La frutilla de este postre es sin lugar a dudas el trayecto desde Uspallata hasta el Cristo Redentor, un monumento de 6 metros de altura que se encuentra en el paso de Uspallata  en la línea de la frontera argentina-chilena a 3854 msnm y que simboliza la paz entre argentinos y chilenos, algo apropiado considerando que a este encuentro asisten mayoritariamente motociclistas de ambos lados de la cordillera. Creo que si la hermandad que pude ver en el encuentro se extendiera al resto de los habitantes la paz entre ambos países jamás estaría en riesgo.

La cita para comenzar el recorrido era para la diez de la mañana del día 11 de Febrero en la estación de servicio YPF.  Un horario de caballeros considerando que la cena de camaradería de la noche anterior se había extendido bastante y que las viandas y libaciones fueron más que abundantes. Llegamos puntuales, cargamos combustible y fuimos a encolumnarnos con el resto para poder iniciar el trayecto. Poco antes del mediodía partió la caravana, una gran cantidad de motos formaban una columna que cubría kilómetros de la ruta, algunas veces me parecía estar observando un camino de hormigas mecánicas serpenteando entre montañas, algo muy lindo de ver y claro de experimentar. Para mí, motociclista novel, significaba vivir una experiencia inigualable que me resulta difícil describir.

Transitamos 84 kilómetros por la ruta 7 rumbo a la frontera argentino-chilena, en ese punto abandonamos el asfalto y accedimos a un camino de ripio que  zigzaguea 8 km  y asciende 700 metros para finalmente alcanzar el Cristo Redentor a los 3854 msnm. Fue un trayecto entretenido matizado con piedras grandes y curvas cerradas. La organización con muy buen criterio había hecho salir a las motos de a una de forma de minimizar los riesgos de algún accidente. Finalmente llegamos y nos reunimos todos allí bajo el cielo azul y en el viento frío para reivindicar la hermandad de las motos, reírnos, abrazarnos y felicitarnos. Fue, para mi, un momento inolvidable.