domingo, 8 de diciembre de 2019

USHUAIA EN MOTO 2019

EL VIAJE DE IDA:

Luego del viaje a La Quiaca que realicé en Octubre de este año me quedaba la segunda parte de lo planeado para este 2019 que era viajar hasta Ushuaia. El año se terminaba de modo que buscando fechas encontré que desde el 29 de noviembre al 1 de Diciembre se realizaba en la ciudad más Austral del mundo un encuentro internacional de motoviajeros. La oportunidad era perfecta, les propuse a mis amigos Esteban y Edgardo hacer ese viaje y asistir al evento, inmediatamente se sumaron al plan de modo que comenzamos con los preparativos consistentes en preparar las motos haciéndoles un buen servicio de mantenimiento, una revisión completa y un cambio de cubiertas. Además debíamos proveernos de los equipos personales adecuados como abrigos y protección para lluvias.

Fijamos la fecha de partida para el día sábado 23 de Noviembre. Ese día salimos temprano, a las 07:00 ya estábamos rodando rumbo al sur, la jornada estaba tranquila, con poco viento lo que nos permitió ir ganando latitud bastante rápido, repostamos en Trelew, Uzcudum y Garayalde, al mediodía estábamos en Comodoro Rivadavia. Desde allí tomamos la ruta 26 hacia el Oeste hasta el cruce con la RN40 que seguimos hasta Perito Moreno, fin de la primera etapa. Esa noche descansamos en un pequeño hotel, cómodo y muy bonito, allí nos encontramos con un moto viajero mejicano, Neto Loza “pinche cabrón” que venía desde el sur rumbo al norte, nos regaló un rato del buen humor característicos de su gente.

Al día siguiente continuamos hacia el sur, el plan era repostar en Bajo Caracoles, desviarnos a Gobernador Gregores para volver a llenar los tanques y luego retomar la R40 hacia el sur. Afortunadamente en Bajo Caracoles había nafta, es un lugar pequeño en el que funciona un surtidor de combustible, un comedor y poco más. Allí no encontramos con Oscar Poletti un correntino que también viajaba hacia Ushuaia en su Twister 250, nos cruzaríamos muchas veces más con él y compartiríamos unos cuantos buenos momentos. Llegamos a Gregores antes del mediodía y nos encontramos con la noticia de que no había combustible, es un problema recurrente en ese tramo de la ruta con estaciones de servicio chicas y muchos vehículos en tránsito. El arribo del camión con combustible estaba previsto para la tardecita o noche de modo que resignados buscamos alojamiento y nos dispusimos a descansar mientras esperábamos el camión. Llegó la noche y nos fuimos a dormir sin noticias del combustible, esa noche llovió bastante.

A la mañana temprano nos anoticiamos de que ya se había normalizado el suministro, cargamos y luego de analizar la situación que nos presentaba la lluvia de la noche que continuaba por la mañana sumado al hecho de que de seguir por la R40 debíamos enfrentar unos 70 kilómetros mitad ripio suelto y mitad greda resbaladiza se tomó la decisión de dirigirnos al sureste hacia Comandante Luis Piedrabuena por la ruta 27. La lluvia nos acompañó un buen tramo del camino, las nubes de un gris oscuro mechadas con otras gris claro y las siluetas de algunos cerros recortándose sobre el cielo de plomo nos hacía sentir que de verdad rodábamos hacia el fin del mundo. El frío comenzaba a hacerse sentir y las ganas de un buen café caliente se hacían intensas. Finalmente llegamos a Piedrabuena, la lluvia continuaba. Allí nos encontramos con otros moteros refugiados esperando mejor tiempo, algunos querían continuar hasta Río Gallegos, otros preferían quedarse y esperar. Nosotros decidimos continuar, de modo que después de un buen café caliente y de recuperar un poco de calor montamos nuestros corceles de acero y enfrentamos la lluvia rumbo al sur. El tramo no era largo, unos 240 kilómetros pero la lluvia y otro factor que se sumó a ella para hacer más entretenida la etapa alargó bastante esta parte de la rodada. A poco de salir nos sorprendió un banco de niebla, fenómeno raro en este lugar y en esta época del año, bueno, pensé, no debe ser muy extenso, pronto saldremos. No fue así, detrás de ese venía otro y otro y otro, cada vez más extensos y más densos. Bajamos la velocidad, trataba de no perder de vista a mi compañero de adelante y como yo cerraba la fila venía mirando constantemente el espejo retrovisor por si algún conductor imprudente aparecía de pronto en la niebla a más velocidad que la nuestra. La etapa se hizo larga, llegamos a Río Gallegos poco después del mediodía con la lluvia cada vez más fuerte. Otros motociclistas que salieron después que nosotros también fueron llegando. El frío y el agua hacía aconsejable no continuar el viaje de modo que buscamos un hotel con garaje para las motos y allá fuimos atravesando bocacalles inundadas a instalarnos, sacarnos el equipo de moto, darnos una y luego ducha caliente y descansar. A Esteban se le inundaron las botas, a Edgardo se le mojaron un poco y en mi caso, por suerte, las botas resultaron “water proof” tal como el vendedor me había asegurado, tenía las medias y los pies completamente secos.

Luego de instalarnos salimos a buscar un lugar para almorzar, no había muchas opciones dada la hora, pasadas las dos de la tarde. Finalmente encontramos un sitio modesto, chico, llamado “las mil delicias”, la comida que sirven es abundante y muy sabrosa, un lugar recomendable. Como había parado de llover aprovechamos para caminar un poco por la ciudad y comprar aceite para la moto de Edgardo. A la noche fuimos a comer a una parrilla tenedor libre donde un parrillero chileno nos sirvió una carne sabrosa y tierna. Cuando estábamos en mitad de la comida apareció, para nuestra sorpresa, Oscar el correntino. Compartimos mesa y anécdotas por largo rato, fue un momento agradable y muy divertido.

Al día siguiente, martes 26 de noviembre, nos levantamos temprano, y luego de desayunar cargamos las motos y engrasamos las cadenas, fue en ese momento que me percaté que había perdido el clip de sujeción del eslabón de unión, afortunadamente éste no se salió. Llevaba uno de repuesto así que se lo instalé y pudimos continuar viaje. Algo más de una hora después estábamos en la frontera con chile, hicimos todos los trámites e ingresamos al vecino país rumbo a Punta Arenas. El camino es hermoso y está en óptimas condiciones de mantenimiento, se llama “la ruta del fin del mundo”, es un verdadero placer rodar por allí. De Río Gallegos a Punta Arenas hay apenas 270 km que significan un poco más de tres horas de viaje, si sumamos la espera en las oficinas de aduanas y migraciones implica una etapa de cuatro horas poco más poco menos. Alrededor del mediodía ingresamos a la ciudad, nos detuvimos en un café del centro a tomar algo caliente y hacer base para buscar alojamiento, nos recomendaron un hotel a dos cuadras que cumplía con la condición BBB , bueno, bonito y barato. Fuimos con Edgardo mientras Esteban se quedaba cuidando las motos, consultamos el precio de una habitación triple, la respuesta casi nos causa un desmayo, $18.000 la noche que al cambio eran unos 300 dólares americanos. Salimos de allí espantados y con la idea de girar en redondo y regresar a suelo patrio. Caminamos una cuadra más y hallamos un hostal, un poco asustados consultamos los precios que afortunadamente eran más que razonables. Nos instalamos, guardamos las motos bajo techo y salimos a caminar por la ciudad.

Al día siguiente fuimos a visitar la zona franca, un enorme predio donde se pueden ver cosas de los más variadas a precios muy baratos. Vimos algunas motos, sólo por verlas pues no se puede traerlas a argentina, paseamos, almorzamos en el lugar, compramos algunos pequeños recuerdos para regalar y regresamos a la ciudad. El centro de Punta Arenas está lleno de las cicatrices y marcas del conflicto social que el país vive por estos días, vidrios rotos, paredes pintadas, edificios vandalizados y cosas así, un triste espectáculo.

Al día siguiente luego de tomar un exquisito y abundante desayuno preparado por nuestras caseras retomamos la ruta rumbo a Ushuaia. Este día, 28 de noviembre, fue especial para mí pues cumplí mis 63 años. Para un alma aventurera como la mía no podría haber mejor forma de festejarlo que en el camino, sobre mi moto y en las rutas del fin del mundo, agradezco a la vida por permitirme vivir esto. Tomamos la R255 hacia el cruce con la R257 y así llegar a la primera angostura en el cruce Bahía Azul que es el lugar donde se encuentran las balsas que transportan vehículos y pasajeros desde y hacia la Isla Grande de Tierra del Fuego.

Nos tocó un día muy bueno, el Estrecho de Magallanes estaba en calma, no tuvimos espera para abordar la balsa y el cruce fue tranquilo y rápido. Muy pronto estuvimos rodando nuevamente por la R257 hacia San Sebastián. Allí cumplimos con los trámites aduaneros y migratorios argentinos y chilenos y tomamos la ruta 3 hacia Río Grande, Tolhuin y finalmente Ushuaia. Este tramo de la R3 es muy lindo, los 100 km que unen Tolhuin y Ushuaia son muy disfrutables por la geografía y por los paisajes, no pudimos evitar detenernos una y otra vez a apreciar las vistas y sacar fotos.

A la tardecita llegamos finalmente al arco de entrada de Ushuaia, allí nos esperaba un nutrido grupo de motociclistas que nos recibió con aplausos y vivas. Fue un gran momento no exento de alguna emoción, lo habíamos logrado, habíamos llegado con nuestras motos a la ciudad más austral del mundo. ¡ Y en el día de mi cumpleaños!


EL MOTOENCUENTRO Y LA ESTADIA.

Nuestras reservas eran para el día 29 de modo que llamamos al hospedaje para ver si nos podían adelantar un día el alojamiento. Estaban completos pero ellos mismos se ocuparon de conseguirnos otro lugar, un hostal en el que nos acomodamos con relativa comodidad y en el que nos quedamos durante toda la estadía.

La noche del 28 cenamos en el hostal, mis amigos me cantaron el feliz cumpleaños, brindamos por el arribo y por el cumple y nos fuimos a dormir. Al día siguiente nos levantamos tarde, estábamos bastante cansados, luego de desayunar fuimos hasta Bahía Lapataia lugar en el que finaliza la ruta 3, allí nos sacamos la foto tradicional y luego recorrimos los alrededores de la ciudad, regresamos a la tardecita para bañarnos e ir al lunch de apertura del moto encuentro.

El día sábado caminamos por el centro curioseando sus calles y comercios, al mediodía fuimos al almuerzo organizado por el evento y luego participamos de la charla de Gustavo Morea, técnico especialista en motociclismo, se habló sobre seguridad y se tocaron temas diversos de interés de los presentes.

Por la noche asistimos a la cena show en la que nos volvimos a encontrar con Oscar el correntino que nos tenía preocupados pues no lo habíamos visto hasta entonces en Ushuaia. Nuevamente compartimos mesa y charla, a la hora de despedirnos nos abrazamos como viejos amigos, nosotros partíamos de regreso al día siguiente él se quedaba un día más.

El encuentro estuvo muy bueno, más de cuatrocientas motos entre motoristas locales, de otras partes del país y unos cuantos del extranjero.


EL VIAJE DE REGRESO.

El viaje de regreso iba a ser express, planeábamos transitar los 1800 km que separan Ushuaia de Puerto Madryn en dos días. En esas latitudes un plan de esa naturaleza depende de muchos factores que están fuera de control como el clima, los vientos, la balsa, las aduanas y migraciones. Nos fuimos a dormir con un pronóstico de mucho frío para el día siguientes pero sin lluvia al menos.

El domingo nos levantamos antes de las seis de la mañana, desayunamos, cargamos el equipaje, nos despedimos de nuestra casera y a las siete comenzamos a rodar. La mañana era fría, alrededor de 1ºC por lo que la sensación térmica debido a la velocidad de las motos debería andar por los -15ºC, apenas lo sentíamos, veníamos bien abrigados.

Disfrutamos del paisaje con ojos de despedida, los kilómetros fueron pasando y pronto estábamos en la balsa. El estrecho estaba tranquilo, el cruce fue rápido al igual que los trámites en las aduanas y migraciones. Poco después de las cuatro de la tarde estábamos en Río Gallegos, decidimos seguir hasta Piedrabuena donde arribamos a eso de las seis de la tarde, analizamos las opciones de quedarnos o continuar otros 130 km hasta San Julián. Estábamos cansados, además junto a la estación de servicios donde nos encontrábamos había un alojamiento económico, cómodo que tenía comedor. No lo pensamos y desensillamos. Esa noche compartimos mesa y charla con tres moteros que iban hacia el sur y otro que al igual que nosotros desandaba camino hacia el norte.

El último madrugón del viaje, desayunamos de pie junto a las motos y partimos rápidamente, nos esperaban 1000 km de caminos. El viaje transcurrió sin contratiempos hasta Caleta Olivia, allí nos tomó un viento muy fuerte de costado que nos trató bastante mal, tuvimos que reducir la velocidad y aún así mismo veníamos a los bandazos, me senté casi encima del tanque de combustible para afirmar la rueda delantera al piso, temía que una de esas fuertes ráfagas me la barriera y terminara con mi moto en el suelo. Fueron algo más de 100 kilómetros de luchar con ese viento, luego comenzó a ponerse de atrás y a empujarnos, el tramo hasta Trelew fue literalmente “viento en popa”. Llegamos a la YPF de Trelew junto con el temporal de viento que nos traía en volandas, tuvimos que sostener las motos mientras cargábamos combustible. Acá en la patagonia, con vientos así, hay que poner la moto de forma que la pata quede del lado contrario del que viene el viento para que se apoye en ella de lo contrario se cae, me costó explicarle eso al playero que insistía en que pusiera la moto en la dirección que marcaban una flechas en el piso porque yo estaba “a contramano”, luego de ver como el viento sacudía violentamente la moto aún apoyada en la pata entendió que no era posible ponerla del otro lado y así ,con mala cara, me cargó combustible.

Finalmente llegamos a Puerto Madryn alrededor de las 19:30, feliz de estar nuevamente en mi hogar, con mi amada esposa sutil impulsora de mis aventuras.

Fin del viaje, otro objetivo cumplido.


A MODO DE CIERRE:

No deja de sorprenderme que en cada viaje sean las personas más que cualquier otra cosa los verdaderos protagonistas de la aventura. El motero es naturalmente gregario con los de su condición, es casi imposible que se crucen sin arrimarse, entablar conversación y si cuadra la ocasión compartir mesa y anécdotas, se forjan lazos fuertes en tiempos breves, al cabo de un par de días de compartir rutas uno siente como si conociera al otro de mucho tiempo antes.


En cuanto al viaje en sí mismo, fue el episodio final de lo planeado para este año 2019 de modo que poder concretarlo me causó una gran satisfacción. Tuvo el agregado además de que esa concreción se materializara justo el día del 63 aniversario de mi nacimiento.

Miguel Suñé – Noviembre de 2019.




Bajo Caracoles.


Rumbo a Punta Arenas.

Pecio en el estrecho de Magallanes.


Punta Arenas.


Cruzando el estrecho de Magallanes.

A bordo del transbordador.

En medio de la nada.

Aún con frío hay que ocuparse de las máquinas.


Camino a Ushuaia.



Llegada a Ushuaia.


Fin de la Ruta 3, Bahía Lapataia.

Objetivo cumplido!

Postal de Ushuaia.

Moteros en el fin del mundo.


Nos vamos! Hasta pronto Ushuaia!

Dimos el presente.




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